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Es algo más que gestión de proyectos y no sólo está de moda, sino que puede que seas de los últimos en implementarlo.
Cuando pensamos en “gestión de proyectos” (sobre todo si no somos millennials) se nos vienen a la cabeza largos procedimientos y procesos, previsiones de costes y tiempos de cumplimiento. Sin embargo, y pecando quizá de ser un poco repetitivos, el mundo cambia.
Por tanto, es lógico que las herramientas y las metodologías se actualicen. Gestionar proyectos en el entorno laboral actual se ha vuelto más complejo a consecuencia de nuevas tecnologías y la dispersión de los equipos de trabajo. Y la tendencia, como no podría ser de otra manera, nos lleva hacia la rapidez y flexibilidad. Es decir: hacia la AGILIDAD.
Seguro que ya te va sonando el término. Ahora lo llamamos “Agile” y enmarca diversas metodologías con nombres también modernos como: Lean, Scrum o Kanban, metodologías de gestión ágiles, etc.
Agile es no es tanto una metodología como una filosofía. Se trata de una nueva forma de trabajar que nos permite movernos más rápido, aportar gran valor y ser más efectivos en lo que se quiere.
Trabaja en pequeñas fases y con equipos multidisciplinares. Involucra a todos, incluso al cliente desde el primer momento.
La gestión ágil de proyectos o Agile Project Management es un conjunto de metodologías para el desarrollo de proyectos que precisan de una especial rapidez y flexibilidad en su proceso. Suelen ir asociados a proyectos de desarrollo de software pero lo cierto es que nos vale para todo.
Con el objetivo de crear valor de negocio facilitando esa flexibilidad y adaptabilidad que las organizaciones requieren hoy en día, han vuelto a resurgir (y decimos resurgir porque no se trata de algo nuevo) distintas metodologías / filosofías de trabajo.
Buscan desarrollar productos y servicios de calidad que respondan a las necesidades de unos clientes cuyas prioridades cambian cada vez más rápido.
Agile es mucho más que una metodología para el desarrollo de proyectos que buscan de rapidez y flexibilidad, es una filosofía que supone una forma distinta de trabajar y de organizarse.
Metodologías ágiles, agilismo, agilidad, Agile… encontramos nombres diferentes. En resumen, es la filosofía de trabajo que utilizan las empresas más innovadoras para gestionar proyectos. Y que además ayuda a las personas a trabajar codo con codo de una forma eficiente para lograr los objetivos de negocio.
Un equipo ágil puede administrar un proyecto dividiéndolo en varias etapas y entregando una parte utilizable del proyecto en cada etapa o “sprint”.
Por lo tanto, se requiere una constante colaboración y comunicación entre los miembros del equipo para responder a los cambios vertiginosos y necesidades del cliente.
Se hace posible adaptar la forma de trabajo a las condiciones del proyecto y a las circunstancias del entorno.
Utah, año 2001 (estación de esquí de Snowbird para más señas). Reunión de 17 expertos de las principales empresas de software. Entre los asistentes se encontraban los creadores de algunas de las metodologías ágiles más conocidas como Scrum, XP, Crystal, DSDM, Extreme Programming, Adaptive Sotfware Development, Feature-Driven Development…
El objetivo de esta reunión fue poner en común las mejores prácticas de cada compañía y buscar alternativas a los procesos tradicionales de desarrollo de software, ya rígidos y desfasados.
Para englobar todas las metodologías que estaban surgiendo como alternativa a la metodología tradicional y formal, acuñaron el termino Metodologías Ágiles. De esta forma nació su Manifiesto Agile. Un modelo de mejora continua en el que se planifica, se crea, se comprueba el resultado y se mejora. Y todo ello contando siempre con la opinión del cliente.
Es el secreto del éxito y supone una de las mayores ventajas de esta filosofía. Las metodologías ágiles mejoran la satisfacción del cliente puesto que se le involucra y se compromete a lo largo de todo el proyecto. Cada etapa o “sprint” requiere de información al cliente para conocer su visión.
Se organizan diferentes grupos de trabajo por proyecto en los que el cliente se implica desde el primer momento. El objetivo es ofrecer al cliente entregas continuas y más productivas, contando siempre con su opinión.
Minimiza los errores en los entregables y mejora la experiencia y la funcionalidad para el cliente. Acorta los ciclos de producción y minimiza tiempos de reacción y toma de decisiones. En definitiva, aumenta la productividad al asignar mejor los recursos y ahorrando en tiempo y costes.
Mayor implicación de las personas
Mejora de la motivación e implicación del equipo de desarrollo. Y se debe a que las metodologías ágiles permiten a todos los miembros del equipo conocer el estado del proyecto en cualquier momento. Se consigue alertar de forma rápida tanto de errores o problemas que puedan sucederse a lo largo del proyecto eliminando frustraciones futuras en el equipo. Y además las acciones a tomar son negociadas y aceptadas por todos los miembros del equipo.
La continua interacción entre el equipo de trabajo y el cliente asegura que el producto final sea exactamente lo que el cliente busca y necesita.
Desde hace unos años, la demanda de perfiles relacionados en el campo Agile como Agile coach, Scrum máster, Project Manager o el Product Owner, se ha visto incrementa casi un 50%. Así lo desvela una de las gráficas del informe de Infojobs 2018.
Es lógico que las empresas estén deseando incorporar estas nuevas formas de trabajo donde estos roles son tan importantes. La demanda de estos perfiles se ha multiplicado por 25 en los últimos 7 años, según datos del Informe anual del mercado laboral de InfoJobs.
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En esta primera sesión contaremos con EDU CABRERA, Agile Coach y experto en facilitación de experiencias para equipos y organizaciones que quieran ser más conscientes.
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