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Es la capacidad para generar nuevas ideas o conceptos válidos. También de crear nuevas asociaciones entre ideas y conceptos ya conocidos, y que nos llevan a encontrar soluciones originales.
La creatividad es lo primero que ocurre en una persona. Un niño aprende antes a colorear y garabatear que a escribir. Sabe hacer sonidos rítmicos y musicales antes que hablar. Primero ocurre la creatividad, y después aparece el conocimiento. La creatividad forma parte del propio ser de nuestra especie y nos acompaña a lo largo de la vida, desde que nacemos, más o menos desarrollada. Y no todos tenemos por qué tener el mismo “tipo” de creatividad.
Quizás te pongas delante de un papel en blanco y no sepas ni cómo empezar a dibujar, pero sepas resolver los problemas matemáticos de forma rápida y eficaz o puedas improvisar una pieza de jazz.
Por lo tanto, la habilidad creativa es algo que siempre ha estado ahí. Además, se puede trabajar y mejorar. Pero muchas veces el problema, si podemos llamarlo así, es que hemos aprendido y nos hemos acostumbrado a pagar por ella. Somos creativos por naturaleza, de forma intuitiva, pero con el pensamiento metódico simplemente hemos dejado de serlo. Las facilidades de las nuevas tecnologías y la inmediatez de las soluciones de hoy en día han cohibido un poco nuestra capacidad de pensar de forma creativa.
Es una habilidad humana, y la necesidad estimula la búsqueda de soluciones nuevas. Es parte de la expresión de nuestro sentido de supervivencia y evolución. La incertidumbre, la ambigüedad, en encajonamiento de la libertad, parece que nos frena. En este mundo de velocidad infinita, parece que aburrirse es malo. Pero en realidad podemos aprovechar estas situaciones para promover el pensamiento creativo. Como decían nuestros abuelos, “El hambre agudiza el ingenio”.
Cuando ese no hacer nada, el aburrirse, el no saber, se gestiona de una manera positiva nos puede llevar a despertar la curiosidad, la imaginación y la creatividad. Nos hace buscar algo que capte nuestra atención, nos estimule. Genera una necesidad de cambio.
Deja volar el pensamiento, imagina respuestas nuevas y realiza preguntas no convencionales… Rompe las normas. ¡Aparecerán ideas extraordinarias!
Los niños son más creativos porque juegan. Canta mientras limpias la casa, cocina recetas nuevas, tómate un café o té en silencio. Haz puzles o sudokus, búscate un hobbie, vete de cañas. Sal de tu zona de confort.
¿Cómo podemos desarrollar un poco nuestra fuerza creativa?
El objetivo de todo esto es volver a mejorar o aumentar la capacidad creativa. Porque eso se entrena. Muchas veces de todo este proceso surgen ideas válidas que funcionan, y otras veces no. Pero aún así, lo valioso es mejorar la capacidad de nuestro cerebro de buscar la creatividad.
La creatividad es DIVERGENTE: necesita diversidad de opciones. Hay que generar muchas ideas hasta dar con la que nos vale.
La creatividad es ALTERNATIVA: es un proceso distinto del que estamos habituados.
Y la creatividad es NUEVA: tiene que aportar conclusiones, formas de entender, puntos de vista originales. Redefine las cosas.
¿Cuántas ideas nuevas has tenido en este último año? Si no han sido más de diez, ¡ponte a trabajar!
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