Contrata tu seguro de Hogar con MAPFRE con un descuento del 30% y tendrás incluída:
- reparación de electrodomésticos
- nueva cobertura de atasco
- tu perro protegido
- asistencia informática incluida
Desde que somos pequeños nos han educado para pensar en el éxito. Hemos aprendido a tener sed de éxito, a buscarlo, a quererlo, a trabajar para conseguirlo.
Deseamos tanto el éxito que, por asociación, hemos caído en la trampa de tratar de evitar su “opuesto”, el fracaso. Hemos aprendido a tener miedo al fracaso. Y para llegar al éxito, resulta que necesitamos aprender a convivir con el fracaso, porque es donde más tiempo vamos a pasar.
Es algo tan obvio que nos paramos poco a pensar sobre ello. Todo el mundo sabe lo que es el éxito, ¿no? Pensamos tan poco sobre ello que perdemos de vista algunos detalles importantes. El éxito es conseguir aquel objetivo o resultado que perseguimos. Pero nos dejamos olvidados dos puntos importantes en este pensamiento.
Cada vez nos formamos más y cuidamos de nuestras competencias como un tesoro. Liderazgo, gestión del tiempo, comunicación eficaz… Pero lo cierto es que dedicamos poco tiempo a pensar en el fracaso y a aprender a gestionarlo.
Es una paradoja en la que invertimos todo nuestro esfuerzo en evitar estar en un sitio donde vamos a terminar pasando la mayor parte de nuestro tiempo.
Entonces... ¿es inevitable el fracaso?
Si el fracaso es sólo el error, podríamos decir que no es inevitable, pero casi. No hay ninguna ley que diga que no podemos acertar a la primera, pero estadísticamente, es muy difícil pensar que será así. Y cuanto más ambicioso sea nuestro objetivo, más difícil de conseguir. Nos gusta pensar en el fracaso como algo a evitar. Es un índice que nos informa sobre lo lejos que estamos de nuestro objetivo. Pero tenemos que aprender a cambiar esa mentalidad. El fracaso es donde estamos mientras nos acercamos al éxito.
La pregunta debería ser ¿por qué tratar de evitar algo que podría acercarnos de forma más eficiente a donde queremos llegar?
Muchas veces nuestro esfuerzo por evitar cometer errores nos lleva a caminos complejos e ineficientes. Hay errores fatales que no se pueden cometer. Pero muchas veces un cúmulo de errores tratados de la forma adecuada nos empuja hacia el resultado correcto mucho más rápido.
La resiliencia es la capacidad de enfrentar una situación adversa. Es una habilidad que nos ayuda a enfrentar y gestionar el fracaso. Pero no es la gestión del fracaso en sí. Gestionar el fracaso no es solo resistir el hecho de haber fracasado. Es entender que no es una situación adversa, sino una parte más del proceso.
En cuanto a que nos permite calibrar mejor nuestro proceso hacia el éxito, es una herramienta muy útil. En cuanto a que es una parte inevitable del camino, es más un contexto en el que hay que aprender a comportarse, más que una adversidad que hay que tolerar o soportar en espera del ansiado éxito.
El fracaso es el mejor profesor. Es la herramienta más útil para calibrar un proceso. Cierto. Pero también hay que entender que muchas veces el fracaso es solo algo que ocurre. En muchas ocasiones no hay nada que aprender. Nuestro desarrollo ha sido correcto, no hay nada que calibrar. Las condiciones externas han fallado, el mercado ha caído, el cliente ha cambiado de idea en el último momento, etc. No ha sido consecuencia de nuestras decisiones o actos.
A veces simplemente hay que fracasar un número de veces hasta que el proceso funciona. Y hay que entender que eso está bien.
Cuando perseguimos un objetivo ponemos en marcha un proceso. Ese proceso nos lleva por un camino, a veces con muchas vueltas. Gestionar el fracaso es entender que no haber alcanzado el objetivo solo significa que todavía seguimos en el proceso que nos llevará a conseguirlo.
Contrata tu seguro de Hogar con MAPFRE con un descuento del 30% y tendrás incluída: