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Antes que nada, y recordando el post anterior, es muy importante que una idea cale en nuestra cabeza. El fracaso y la frustración son parte inherente de la vida del ser humano en todos sus ámbitos. El fracaso nos provoca frustración y un sentimiento de negatividad. Lo importante es cómo lo afrontamos y cómo gestionarlo.
Entra en juego nuestra madurez… ¿Cómo lo vas a enfrentar?
Puedes adoptar el rol de culpabilidad y victimismo. O de madurez y responsabilidad para aceptarlo y seguir adelante.
Lo más sano sería aprenderlo desde la infancia. Nuestros niños ahora buscan resultados inmediatos. Soluciones instantáneas sin aceptar un “no”, un “paciencia” o un “tienes que repetirlo otra vez”. Así nos seguimos comportando hasta adultos, que termina siendo un problema para conseguir nuestros objetivos.
Ahora mismo nos encontramos ante un momento de incertidumbre y cambios constantes en el que tenemos que acostumbrarnos a convivir y gestionar esta situación para poder progresar. Tengamos en cuenta dos ideas:
La especie que prospera es la que mejor se adapta. El fracaso solo es un fracaso real cuando no lo utilizamos como herramienta de adaptación. Es nuestra brújula en entornos de incertidumbre. Es una guía.
Ahora mismo, la situación global en la que nos encontramos, empuja al mercado a una situación de fracaso. Puede que haya algo que aprender, o puede que no. Puede que puedas resistirlo o puede que tengas que cerrar. Lo único seguro es que solamente el que se adapte a esta situación de fracaso general será el que prevalecerá. La gestión del fracaso es la herramienta más útil para la adaptación.
No prevalece la especie más fuerte, sino la que mejor se adapta. Darwin.
2. "Mejor a tiempo que correcto"
En una situación de cambio en la que hay que adaptarse, es mejor reaccionar a tiempo y ser capaz de corregir si es necesario, que perder tiempo encontrando la solución más perfecta.
Un líder no es un líder hasta que no entienda que va a cometer errores y aprenda a gestionarlo. Un líder con miedo a cometer errores se vuelve inmovilista y demasiado conservador. No será capaz de asumir riesgos y acabará por ser una carga para su equipo. El buen liderazgo es aquel que se adapta al fracaso y lo convierte en un paso más hacia el éxito. No solo el propio, también el del equipo. Una parte fundamental del liderazgo es dirigir los momentos de fallo y convertirlos en un escalón más hacia el objetivo deseado.
Lo más importante (y complicado) es que seamos capaces de quitarnos esa sensación de tristeza que nos produce el fracaso. Debemos aprender a encajar la frustración y el fallo como algo relativo y necesario en el camino al éxito.
Olvida el fracaso como algo puramente negativo y empieza a entenderlo como una etapa en el camino que te ayuda a progresar. No somos peores por fracasar en algo. No somos malos en lo nuestro por no conseguir el éxito a la primera.
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