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Parece evidente que la idea de entrar en una empresa en la que te formarás y jubilarte en ella es solo un bonito recuerdo del pasado. La realidad está cambiando y nuestra forma de mirar el futuro también.
Ahora un ejecutivo promedio piensa en su puesto de trabajo como un proyecto con fecha de caducidad. Una vez aportado el valor para el que fue contratado ¿para qué seguir en el puesto?
Y cuanto más alto es el puesto más se aplica. Se considera que, en un puesto de dirección, el candidato aportará todo lo que puede a la empresa en plazo de entre 3 y 5 años. Más allá empezará a estancarse. Perderá la capacidad de asumir riesgos con éxito y, poco a poco, frenará el dinamismo del proyecto.
Si no sabemos cómo va a ser la realidad empresarial dentro de 10 años, cómo podemos formar a un candidato pensando a tan largo plazo. Los criterios han cambiado. Ahora se valora la capacidad de aportar valor a un proyecto en un plazo de 3 años, y la capacidad para reinventarse después de ese proyecto, cambiando de proyecto, de puesto o incluso dejando la empresa.
Cada situación es diferente. Aunque las cifras hablan de 3 a 5 años como la media en la que un CEO deja de ser dinámico dentro de un proyecto. Lo cierto es que se trata más de saber leer cuándo un ciclo ha llegado a su fin.
Debemos tener en cuenta, además, que los CEOs de este futuro ya cercano serán los llamados “millennials”. Incluso los “centennials”. Estas nuevas generaciones muestran actitudes mucho más informales y abiertas frente a la lealtad laboral.
No es de extrañar, por tanto, que la tendencia siga enfocada hacia el constante cambio, la prioridad por la conciliación, la flexiseguridad o los trabajos por proyecto.
Una encuesta publicada por el periódico inglés The Guardian indica que un 90% de los jóvenes de la “Generación Y” o “Millennials” no permanecerían más de cinco años en el mismo puesto de trabajo. Un tercio de los encuestados no tiene intención de mantenerlo durante más de dos años.
¿Por qué alguien en un puesto de dirección tiene su mente puesta en el cambio en lugar de en la permanencia? Aquí te dejamos 5 razones.
Hoy en día, son las empresas las que tienen que trabajar para retener el talento.
Para las organizaciones, la constante tendencia a cambiar de empleo por parte de su personal representa un reto, pues supone la fuga de talento y repercute como un coste económico importante. Es por ello que se hace importantísimo apostar por el Employer Branding.
O lo que es lo mismo: encontrar la forma de incentivar la permanencia en la empresa. Ser capaces de responder a todas las necesidades de aquellos empleados que no quieren perder. Hacerse “deseables”.
El futuro de las empresas se basa en mostrar una imagen atractiva que genere motivación al talento.
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