Afrontar el nuevo contexto post Covid-19 requiere una urgente adaptación del modelo de liderazgo actual. Exige grandes dosis de valentía y reconocer que la diferencia está en las personas.
Incluso en los peores momentos, somos capaces de encontrar alternativas y oportunidades para generar valor. No hay que bloquearse, tenemos que pasar a la acción ante las realidades que nos ha tocado vivir.
El nivel de exigencia y responsabilidad personal aumenta conforme las personas sienten que son dueños de su trabajo y del resultado final de su esfuerzo.
En tiempos de incertidumbre, recordemos parar para recapacitar y pensar bien en las medidas a adoptar. Sobre todo en la medida en la que pueden afectarnos después a largo plazo.
Muchas veces la falta de la buena ejecución del liderazgo genera malestar en el equipo, reduce la productividad y llega a aumentar el nivel de estrés laboral. Necesitamos jefes, o líderes orientados a lograr resultados desde la gestión competente de personas.