Únicamente quien esté abierto a entender que la “estabilidad” es una mera ilusión y que la naturaleza es cambiante e incontrolable podrá adaptarse a la vida misma. Vivir es un riesgo, y nada hay más inestable que la estabilidad.
Pongamos freno dentro de las organizaciones a las “personas toxicas”. Crean alarma, inestabilizan y hacen más débil a los equipos y a las empresas. Busquemos el antídoto de este "virus" que puede destruir nuestros productos y servicios, alterar nuestro posicionamiento, e incluso sacarnos del mercado y hacernos morir como organización.