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Con el inicio de la Guerra Civil española en julio de 1936, llegó a su momento álgido la expresión del compromiso político por parte de los artistas. Uno de los proyectos más señeros en la promoción de la causa republicana en el extranjero fue la construcción del Pabellón Español en la Exposition Internationale des Arts et Techniques dans la
Vie Moderne (Exposición Internacional de las Artes y las Técnicas en la Vida Moderna) que se celebraría en París en 1937.
Inmerso en el conflicto bélico, Largo Caballero, Presidente del Consejo de Ministros, vio en el Pabellón español para la Exposición Internacional de París de 1937 la oportunidad de conseguir apoyo económico y político exterior. Largo Caballero nombró embajador en París a Luis Araquistáin, cuya misión principal era convencer a las potencias europeas de financiar la defensa de la República. Joseph Renau por entonces Director General de Bellas Artes, decidió nombrar a Picasso director honorario del Prado. Para la República, se trataba sobre todo, jugar la baza del prestigio internacional del autor.
En enero 1937 Picasso recibe una llamada de su amigo Sert diciendo que quería verle. Llegó poco después acompañado por Max Aub, agregado cultural del embajada española. También Juan Larrea, poeta y director de información pública de la embajada y Luis Lacasa, arquitecto al estudio de la Rue de la Boétie, 23. Estaban visiblemente emocionados, pues iban a pedirle que participara en un proyecto.
Sert le propuso que realizara un gran mural, que estaría en lugar destacado, sobre un tema que él mismo eligiera.
Con la esperanza de que Picasso se uniera a ellos la respuesta fue, sin embargo, evasiva. Picasso se sentía indeciso, tenía claro que era un proyecto de propaganda política, un encargo para una exposición universal. Nunca había hecho ni un encargo ni una obra que sirviera como propaganda política.
El arte en su opinión, estaba destinado a culturizar al público. No le atraían las manifestaciones oficiales, había ignorado varias veces invitaciones a actos públicos.
Los poetas Éluard y Aragon, amigos íntimos, eran miembros activos del Partido Comunista. Eluard no consigue afiliarlo, aunque sí logró convencerle de su proclama: ”los artistas tienen la obligación de poner su arte al servicio de la humanidad”
La elección del arquitecto español de más renombre internacional para la construcción de un edificio tan funcional como atractivo resultó ser esencial a la hora de crear el entorno lógico donde exhibir el arte, la cultura y la propaganda a pesar de las caóticas circunstancias que rodearon todo el proceso. Es un ejemplo de arquitectura racionalista para la que Sert y Lacasa aplican materiales modernos y funcionales.
Fue concebido conscientemente como lugar abierto y confortable, nada impositivo, que pretendía demostrar simultáneamente los horrores de la guerra y el optimismo del Gobierno como epígono de modernidad y humanismo. La maqueta que vemos en el museo es la original, reproduce fielmente la arquitectura y la mayor parte de las obras de arte que albergó.
Antes de entrar en el Pabellón, el visitante podía contemplar la gran escultura de Alberto Sánchez (1895-1962) El pueblo español tiene un camino que conduce a una estrella (1937). Además de La Montserrat (1936-37) de Julio González y Femme au vase (La dama oferente, 1933) de Pablo Picasso. La participación de estos artistas iba a asegurar la atención pública y crítica que pretendía el Gobierno en su intento de recabar apoyo internacional. Contrastaba con la monumentalidad de las construcciones de la Unión Soviética y Alemania, tanto en escala como en materiales y distribución de espacios. Representaban la amenza que se cernía sobre Europa.
El 26 de abril de 1937, Guernica, símbolo de las libertades del pueblo vasco, fue destruida por la aviación alemana al servicio del General Franco.
Por primera vez en la historia, un ataque dirigido exclusivamente a la población civil. Escogieron el jueves, día del mercado. Durante más de 3 horas se lanzaron explosivos, bombas antipersonas, que provocaron más de 1600 muertes y casi un millar de heridos. El núcleo urbano quedó totalmente devastado. El objetivo era claro.
Mientras, ejército vasco que acampaba en los alrededores no fueron tocados, al igual que el puente que cruza hacia Guernica o la fabrica de pistolas. Tres días más tarde el ejército franquista hizo su entrada por este puente con el General Emilio Mola a la cabeza. Rápidamente se difundió el suceso gracias a corresponsales internacionales que se encontraban en Bilbao.
Picasso vio las imágenes en la prensa (L´Humanité, Ce Soir, Paris-Soir). Varios reporteros que estaban el mismo día del bombardeo se trasladaron a Guernica recogiendo las imágenes y los testimonios que llegaron a la prensa internacional al día siguiente y que conmocionaron al mundo entero. Muchos corresponsales extranjeros rivalizaron por ser los primeros en dar cuenta al mundo de la noticia.
Sólo uno, el británico George Steer esperó un día más para revelar un detalle fundamental: la implicación de la aviación alemana en el ataque, el primer bombardeo masivo sobre un objetivo civil.
Su crónica, publicada el día 28 en The Times y The New York Times, conmocionó a la opinión pública mundial, colocó a su autor en el punto de mira de la Gestapo y sirvió de inspiración para la obra cumbre de Picasso. La noticia del ataque a un enclave sin interés militar y con una población civil compuesta fundamentalmente por mujeres y niños, se extendió por toda Europa. Provocando que la tradicional manifestación del trabajo del 1 de mayo en París, se convirtiese en una muestra de solidaridad y apoyo a España. Se constató la repulsa masiva al ataque de Guernica. Acudieron intelectuales, artistas, incluso Picasso. Este mismo día está fechado el primer dibujo preparatorio de la obra.
Dora Maar acudió a su taller en la Rue des Grands-Augustins para hacer un registro fotográfico de todo el proceso creativo desde el 11 de mayo hasta el 4 de junio del 1937. Varias personas del entorno de Picasso intuyeron la importancia de la obra. Christian Zervos, fundador de Cahiers d’art en 1926 solicitó a Dora Maar que documentara el progreso de la pintura.
Picasso había expresado tiempo antes que «sería interesante fijar fotográficamente no las etapas de una pintura sino sus metamorfosis». Aludía casi a los vínculos surrealistas de la imagen múltiple y en transformación biomórfica. Dichas metamorfosis fueron las que Dora Maar registró con su cámara.
Sin embargo, las fotografías de Dora Maar no pudieron tomarse en las mejores condiciones, debido al gran tamaño del lienzo y a la escasa iluminación del estudio. Para dar más fuerza a las imágenes, Dora Maar empleó métodos de retoque fotográfico, internegativos y copias de impresiones.
El Reina Sofía conserva un total de 28 fotografías que muestran las diferentes fases de ejecución del cuadro. En las fases iniciales, hechas con dibujo de contorno, aparecen ya las figuras principales: la madre con el niño muerto, el toro, el caballo, el guerrero derribado, el personaje que sostiene una luz y la figura con los brazos alzados. Muestran cómo, progresivamente, Picasso fue corrigiendo las posturas de los personajes y eliminando elementos para dar mayor claridad a la composición.
En las últimas fases, los planos se fueron rellenando. El sentido narrativo inicial se perdió, y el peso simbólico se repartió entre los personajes protagonistas. El drama parece suceder fuera, en algún lugar del límite del pueblo. Tímidamente crea el carácter de un espacio nuevo de guerra que emerge en la pintura, una “guerra total”.
De esta manera, el espectador de Guernica es situado dentro y fuera simultáneamente. Mirando el techo de una habitación que se torna abierta por la luz-bombilla, la caída de la bomba , la explosión y a la vez, tejados ardiendo.
Aún así, la lectura general que se hace de los símbolos y personajes, se acerca a estas breves ideas, de izquierda a derecha:
No hay duda de que Picasso creyó en el potencial inmortal del grupo. El Guernica es ante todo un cuadro de mujeres y animales que tratan de “afrontar” la aniquilación, sin saber de dónde viene y en plena desesperación componen un “mirar sin ver”.
Nadie se escapa, el impacto de la bomba se desplaza por toda la composición y resuena una y otra vez. Muchos estudiosos de Guernica han valorado ese aspecto del cuadro. Su oscuridad y su no estar en ninguna parte, el esfuerzo desesperado de los moribundos para ver qué les hacen, la muerte como inmediatez, la guerra en cualquier lugar, es decir, la guerra total.
El no identificar el lugar incrementa la sensación de terror, crea una mayor empatía. Porque el tema central es la expresión del horror absoluto. Horror y crueldad son aspectos inseparables de la condición humana.
Pocos meses después de clausurarse la exposición de París, la obra se integró en una exposición itinerante por tres ciudades escandinavas comisariada por Paul Rosenberg. Se reunía el trabajo de grandes artistas como Matisse, y Braque.
La mayor parte de las obras presentadas estaban fechadas entre 1920-30. El Guernica resultaba la obra más descontextualizada. Llega a Gran Bretaña de la mano de Roland Penrose para recabar dinero para el frente republicano. Pasa por las fórmulas expositivas del MoMA hasta las itinerancias que durante casi 20 años se realizaron por todo el mundo.
Picasso no participó en el diseño expográfico de ninguna de estas muestras. El Guernica se desligó primero del sentido discursivo del pabellón. Roland Penrose, en la itinerancia británica del cuadro, contribuyó con sus decisiones a que Guernica empezara a convertirse en un mito. Aunque viajaba descontextualizado sin las obras con las que había convivido en el pabellón de 1937, no estaba solo: lo acompañaban gran cantidad de bocetos preparatorios y postscriptum que indicaban la potencia creadora de un pintor–genio.
La primera exposición fue en las New Burlington Galleries de Londres en 1938. Sala con reputación vanguardista que había acogido la Exposición Surrealista Internacional en 1936. En 1939, en la Whitechapel Art Gallery de Londres se volvieron a exponer los dibujos junto a Guernica. En un barrio eminentemente obrero, la exposición tuvo un gran éxito y volvía a tener en su presentación una fuerte carga política proyectándose por las tardes películas sobre la Guerra Civil.
Guernica llega al MoMA e inicia su legitimación dentro del discurso modernista. En 1939 Guernica viajó a Nueva York junto a los bocetos y postscriptum con la intención de recabar fondos para los refugiados republicanos. Después de una larga itinerancia por diferentes ciudades americanas, a finales de 1939 Guernica recaló en el MoMA. Paso a formar parte de la retrospectiva Picasso: Forty Years of his Art . El MoMA fijaría su fórmula general de presentación durante los siguientes cuarenta años. Guernica se colgó casi a ras del suelo y encajado en un cubo blanco, una lectura íntima que el museo había insuflado como marca de la casa en la presentación de su colección permanente.
Durante todos los años que estuvo en el extranjero, se trazó la idea de ser una obra extraordinaria y de un pintor colosal.
Esto volvía a repetirse al ser donada por los herederos del pintor al estado español junto a la totalidad de los bocetos. A partir de ese momento su exposición siempre ha sido conjunta. En 1992 la obra se traslada al MNCARS, su ubicación definitiva. En 1995, la ministra Carmen Alborch, decide retirar el cristal: será la primera vez que, en España, Guernica se vea exclusivamente como pintura.
Raquel Sáez
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