Un alumni CEU, entre los tres mejores ingenieros de telecomunicación de España
Constantino Antonio García Martínez, que en 2012 se graduó en Ingeniería de Telecomunicaciones e Ingeniería Informática por la Universidad CEU San Pablo ha recibido el Tercer Premio de los Nacionales de Fin de Carrera del Ministerio de Educación. No es el primer reconocimiento que recibe, ya que en 2009 recogió el Premio Ángel Herrera por el mejor expediente de la Escuela Politécnica Superior y al terminar Telecomunicaciones e Informática, obtuvo los Premios Extraordinarios de ambas titulaciones. Además, el curso pasado también le el Premio Extraordinario de Fin de Máster en la Universidad de Santiago de Compostela.
Este joven compostelano de 28 años está realizando el doctorado en la Universidad de Santiago de Compostela (USC) financiado por el programa de becas FPU del Ministerio de Educación. Su tesis la codirige el profesor de la Escuela Politécnica de la Universidad CEU San Pablo y coordinador del grado en Ingeniería Biomédica, Abraham Otero, en colaboración con Paulo Félix y Jesús Presedo, de la USC.
Su investigación se centra en cómo el cuerpo humano controla el ritmo cardíaco. La modulación del ritmo cardíaco es un proceso sobre el que no tenemos control consciente pero que aporta mucha información acerca de la salud del paciente. Su trabajo busca comprender cómo la modulación del ritmo puede funcionar en dos “modos” muy diferentes entre sí. Por una parte, en un paciente sano el ritmo cardíaco parece oscilar de forma totalmente impredecible. Pero por otro lado, en ciertas ocasiones el comportamiento del ritmo cardíaco es bastante predecible. Por ejemplo, al correr sabemos que nuestro corazón va a latir más rápido. En la tesis, el alumni CEU trabaja para encontrar modelos matemáticos del ritmo cardiaco que incorporen tanto factores aleatorios como factores predecibles.
Además de realizar su tesis, colabora en tareas docentes y cotutoriza algún proyecto fin de grado en la Universidad de Santiago de Compostela.
Constantino Antonio mantiene muy buen recuerdo de su paso por la Escuela Politécnica Superior. De hecho afirma que debe “una gran parte del Premio a todos los profesores que he tenido a lo largo de la carrera. Y también a mis compañeros. Tuve mucha suerte con ellos: me encontré un grupo muy bueno y con mucha pasión por lo que estudiábamos. Tener a gente así alrededor siempre te motiva y hace mucho más fácil el estudio”.
Preguntado por la fuga de cerebros que sufre España señala que es un “problema grave”, aunque matiza que irse a trabajar y aprender al extranjero es algo muy bueno, “el problema es que luego hay muy pocas posibilidades de volver”. Y subraya que “no es un problema que nos afecte sólo a científicos e investigadores a título personal, es un problema para España. Toda la inversión que se realiza en la formación de un universitario se pierde en lugar de tener un retorno para el país”.