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Observar una situación negativa es bueno si es para buscar SOLUCIONES. Todo lo demás es cargarnos con más peso del que debemos llevar.
Pese a que nos consideramos racionales, la motivación para ponernos en marcha es emocional. Nuestra parte racional idea un plan, pero lo que nos mueve para llevar a cabo ese plan es emocional.
La parte emocional es lo que nos empuja, lo que nos motiva a hacer algo o a no hacerlo.
A menudo reducimos la inteligencia humana al resultado del cociente o coeficiente intelectual. Esto es, la capacidad de razonar lógicamente, pensar críticamente y resolver problemas. ¿Es eso lo único necesario para el éxito en la vida? ¡Rotundamente NO! Olvidamos que es solo la punta de un gran iceberg. La parte sumergida, la parte más grande, no es otra que nuestra inteligencia emocional.
Daniel Goleman afirmó que “la inteligencia emocional es el barómetro de la excelencia en prácticamente cualquier trabajo. La inteligencia emocional cuenta más que el coeficiente intelectual o la experiencia para sobresalir en el trabajo”. Argumenta en su libro, basado en la investigación de Peter Salovey y John Mayer, que el cociente intelectual representa solamente el 20% del éxito de una persona durante su vida.
Nuestra parte emocional determina nuestro potencial para llevar una idea a la realidad. Saber gestionar nuestros recursos emocionales es saber regular nuestro potencial para tener éxito.
El componente más variable en un equipo de personas es emocional. Los recursos más complejos, pero al mismo tiempo más potentes, son emocionales. Cualquier proyecto pasa por un proceso emocional, y es este proceso el que determina si ese proyecto se realizará con el máximo potencial, o con el mínimo.
Incluso los programas olímpicos tienen en su equipo de preparadores a un psicólogo. Si un atleta no cree que pueda conseguir una marca, entonces está más lejos de conseguirla. Solo si es capaz de pensar que va a ocurrir puede llegar al éxito.
El bombardeo constante de estímulos negativos rompe nuestro sistema emocional. Aunque tengamos un buen plan para afrontar el conflicto que tenemos delante, sentiremos que no es posible y no lo llevaremos a cabo de forma eficiente. Más importante es si todavía ni siquiera tenemos un plan. Si en nuestro yo profundo sentimos que no se puede, que no somos capaces, que no tiene sentido intentarlo, no podremos poner en marcha todos nuestros recursos.
Nuestro Yo Emocional es donde reside la fuerza y la determinación para afrontar cualquier proyecto. Es de donde sale la energía para llevar a cabo lo que nuestro Yo Racional ha planteado.
Y tú... ¿trabajas tu inteligencia emocional?
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