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Piensa un poco… ¿Cuántas veces durante este fin de semana largo has consultado el teléfono del trabajo? ¿Cuántas veces has revisado si tienes algún correo nuevo? ¿Has sentido la necesidad de contestar inmediatamente a algún mensaje? ¿Has dejado de prestar atención a una conversación porque has visto que te ha entrado un mensaje de Whatsapp?
Reflexiona… ¿Qué es lo último que haces antes de acostarte? ¿Mirar el teléfono, quizás?
En España, dedicamos una media de 4 horas y 22 minutos a mirar el móvil (estudio realizado por Rastreator).
No somos adictos a la tecnología en sí, al móvil o a la Tablet. Lo que nos hace dependientes es lo que sentimos (una especie de chute de dopamina) con la forma de relacionarnos con ciertas plataformas y aplicaciones. No somos adictos al móvil, nos hemos vuelto adictos a Twitter o Instagram y a la necesidad de estar a la última.
Vivimos en la era de la hiperconectividad digital. La cultura de la inmediatez. Nos hemos acostumbrado a vivir pendientes del teléfono, del ordenador y de las actualizaciones de internet. Lo primero que hacemos cada mañana es comprobar las notificaciones del teléfono. Vivimos pendientes de quién nos llama, lo que se publica en redes sociales o los correos que recibimos. ¡No queremos perdernos nada! Y eso nos genera un tremendo estrés. Estrés por conocer las noticias en el momento, por comprar todo lo que nos anuncian, por estar al día con el resto del mundo. Parecer ser que los jóvenes desbloquean el móvil una media de 150 veces al día. Esto equivale a una vez cada 7 minutos.
Según un estudio de IKEA España sobre el comportamiento ante el uso de tecnologías, el 65% de los españoles volvería a casa a por el móvil si se lo hubieran dejado olvidado en casa. El 75% en el caso de los menores de 25 años.
Nos levantamos por la mañana y lo primero que hacemos es mirar ansioso el teléfono. O si entramos en las redes sociales cada poco tiempo para ver qué novedades hay y no perdernos nada. O simplemente cuando ya no nos apetece salir de casa y quedar con gente por terminar otro capítulo de la nueva serie que estamos viendo. Cuando la tecnología afecta a nuestra vida social puede que se genera una adicción.
¿Por qué lo hacemos? ¿Por necesidad (se utiliza la tecnología como un herramienta)? ¿O porque ya no somos capaces de dejar de hacerlo?
Que por nuestro trabajo necesitemos dedicar tiempo al uso de la tecnología, no tiene por qué convertirse en un problema. Bien usada, la tecnología nos aportar muchas ventajas en nuestra vida. Es una fuente inmensa de aprendizaje, de conocimiento, y de crecimiento. Pero mal utilizada, el uso permanente de ordenadores, tabletas y teléfonos conlleva una pérdida gradual de habilidades. Como la planificación, organización o toma de decisiones. Aumenta también la impulsividad, el nerviosismo, la dependencia y el estrés.
Vamos a aprender a utilizar correctamente las nuevas tecnologías y a hacerlas compatibles con una vida sana y plena. Así evitaremos llegar a convertirnos en víctimas de la hiperconectividad de la sociedad actual y aprovechar todos los beneficios que nos proporciona la era moderna.
¡Vamos, vive la vida real, desconecta un poco y disfruta de tu vida!
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